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Las billeteras digitales han transformado el acceso a servicios financieros en Colombia, convirtiéndose en auténticas herramientas de democratización y en un motor clave para la profundización y expansión de la inclusión financiera. Hace apenas unos años era visto como una promesa, hoy ya es una realidad palpable; para 2023, más de 54 millones de usuarios únicos utilizan alguna de las 13 billeteras digitales más relevantes del país, con una movilización cercana a los $332 billones de pesos y más de 3.000 millones de transacciones realizadas. (Colombia Fintech, 2023).
Este cambio responde a varios factores convergentes: la facilidad de realizar transacciones desde el celular, la reducción de barreras geográficas, la disminución de costos, y la gratuidad de ciertos servicios básicos. Todo esto resulta especialmente relevante para comunidades rurales, personas sin acceso a sucursales bancarias y sectores de bajos ingresos. Según el Reporte de Inclusión Financiera 2023, 30,8 millones de adultos tenían cuenta de ahorros, y 27,5 millones de estos depósitos de bajo monto estaban asociados con monederos digitales. (superfinanciera.gov.co)
Gabriel Santos, presidente de Colombia Fintech, ha señalado que digitalizar las transacciones permite “hacer visibles a los invisibles”, integrando al sistema financiero a quienes tradicionalmente han quedado excluidos: habitantes de zonas remotas, trabajadores informales, y poblaciones sin historial crediticio formal. (Nota El Colombiano)
Sin embargo, los retos siguen siendo grandes: aunque el acceso a productos financieros ha crecido, sólo alrededor del 36% de los colombianos acceden efectivamente a servicios de crédito formal, lo que evidencia una brecha persistente. (La Nota Económica)
En ese contexto, las billeteras digitales no solo representan innovación tecnológica, sino una palanca de justicia social: al ofrecer medios seguros, asequibles y prácticos para manejar dinero, pagar servicios, recibir remesas o incluso acceder a microcréditos, están allanando el camino hacia una Colombia más inclusiva financieramente.
En estos términos, este blog recorre la evolución de la inclusión financiera en Colombia, el auge de las billeteras digitales, los retos que aún persisten y las oportunidades hacia el futuro.
La inclusión financiera — el acceso de la población a productos y servicios financieros formales con calidad, seguridad y pertinencia— sigue siendo un objetivo clave para el desarrollo equitativo en Colombia.
En las zonas rurales, tanto de Cundinamarca como de otros departamentos, persisten barreras profundas que impiden que muchas comunidades se beneficien plenamente del financiamiento formal. A continuación, se presentan los principales desafíos, respaldados por estudios recientes, junto con algunos avances destacados.
Pese a estos retos, en los últimos años se han impulsado iniciativas relevantes:
Estas acciones muestran avances, aunque la brecha en términos de acceso, uso y calidad de los servicios financieros sigue siendo significativa, especialmente para tenderos, pequeños comerciantes y mujeres rurales.
Como recuerda Héctor Javier Galindo, presidente de la Mesa Nacional de Tenderos y Comerciantes: “el sistema financiero debe conocer al usuario, como el médico conoce al paciente, para ofrecer créditos pertinentes” (Semana).
La transformación digital en Colombia ha abierto un nuevo capítulo en el acceso a los servicios financieros. Tras décadas en las que la población rural y vulnerable dependía casi exclusivamente del crédito informal o de instituciones tradicionales, las billeteras digitales se han posicionado como la alternativa más rápida, accesible y de mayor adopción en los últimos años.
La proporción de colombianos que usan billeteras digitales pasó del 11% en 2021 al 31% en 2023, con Colombia liderando la región en adopción (61 %), seguido muy de cerca por Argentina (60 %) (Colombia Fintech). Además, un 63 % de los usuarios afirma manejar más de dos billeteras, siendo Nequi y Daviplata las de mayor penetración (Portafolio). Esto demuestra que los colombianos no solo confían en estas soluciones, sino que también diversifican su uso para aprovechar beneficios y servicios específicos.
Otro fenómeno relevante es la reducción del uso del efectivo. En la última década, Colombia disminuyó en más de un 40% el uso de dinero en efectivo en las transacciones, en parte gracias a la expansión de los pagos digitales. Según un estudio de Worldpay, mientras que en 2019 las tarjetas representaban cerca del 43% del valor de las transacciones en línea, en 2024 ese número cayó al 22%, desplazado principalmente por las billeteras digitales. Las proyecciones indican que para 2030 las billeteras digitales representarán alrededor del 34% del comercio electrónico y el 32% de los pagos en puntos de venta físicos, consolidándose como el medio de pago preferido.
Si bien su origen estuvo ligado a la simplicidad de enviar y recibir dinero sin necesidad de cuentas bancarias, hoy las billeteras digitales se están convirtiendo en verdaderas plataformas financieras. Desde el pago de servicios públicos hasta la posibilidad de ahorrar, acceder a microcréditos o incluso invertir. De este modo, las billeteras se consolidan como la puerta de entrada al sistema financiero formal para millones de colombianos.
Este auge marca un cambio cultural profundo: en un país donde la desconfianza hacia el sistema bancario era tradicionalmente alta, las billeteras digitales han logrado ganarse la confianza de usuarios de todos los estratos sociales, en especial de jóvenes, mujeres y poblaciones rurales que antes estaban en la periferia del sistema.
La masificación plantea interrogantes regulatorios, riesgos de seguridad y brechas de acceso, especialmente en zonas rurales como Cundinamarca, donde la inclusión financiera aún enfrenta obstáculos estructurales
Para enfrentar estos retos y potenciar el desarrollo rural, se pueden implementar estrategias que recogen buenas prácticas de la industria y recomendaciones de expertos:
El trabajo conjunto entre bancos, asociaciones de tenderos, entidades gubernamentales y fintechs es fundamental para diseñar incentivos de bancarización que beneficien a la economía popular rural. Al mismo tiempo, políticas diferenciadas deben reconocer a la microempresa rural como motor productivo de la región.
La conectividad móvil, la nube y la atomización de servicios reducen costos y abren espacio a productos más competitivos. Promover aplicaciones adaptadas a las condiciones rurales potencia tanto el comercio electrónico como las ventas digitales locales.
El futuro de las billeteras digitales en Colombia dependerá de la capacidad del país para consolidar un marco de regulación inteligente y, al mismo tiempo, diseñar estrategias de adopción sostenible. Una regulación inteligente se entiende como aquella que protege a los usuarios y al sistema financiero, pero que, al mismo tiempo, evita frenar la innovación. En el caso colombiano, donde las billeteras digitales ya cuentan con más de 54 millones de usuarios y transacciones que superaron los $332 billones en 2023 (Asobancaria, 2024), la necesidad de un marco normativo equilibrado es urgente.
En términos regulatorios, los desafíos se concentran en tres frentes: protección del consumidor, interoperabilidad y ciberseguridad. En primer lugar, la protección al usuario requiere establecer protocolos más estrictos para la resolución de fraudes y para la notificación de incidentes de seguridad, con plazos claros y mecanismos de compensación (Superintendencia Financiera de Colombia, 2023). En segundo lugar, la interoperabilidad es crítica para garantizar que las billeteras puedan conectarse entre sí y con cuentas bancarias tradicionales; un paso importante en esta dirección fue la implementación del sistema Bre-B por parte del Banco de la República en 2025, que habilita transferencias inmediatas entre entidades mediante el uso de “llaves” únicas (Banco de la República, 2025). Finalmente, la ciberseguridad debe ser un eje central: la creciente sofisticación del fraude digital exige la adopción de estándares de autenticación multifactor y la creación de esquemas de monitoreo en tiempo real.
De igual forma, la regulación debe avanzar hacia la proporcionalidad y neutralidad tecnológica. Esto implica que las exigencias para el cumplimiento normativo se adapten al nivel de riesgo de las operaciones y al tipo de proveedor. Por ejemplo, las llamadas cuentas de bajo monto, reguladas bajo esquemas de “conozca a su cliente” simplificados, han permitido que millones de colombianos sin historial crediticio accedan al sistema financiero digital (BID, 2021). Este tipo de innovación normativa, basada en riesgos, es fundamental para cerrar las brechas de inclusión.
Ahora bien, la regulación por sí sola no garantiza el éxito: se requieren estrategias de adopción sostenibles que integren dimensiones sociales, culturales y económicas. La evidencia muestra que el uso de billeteras digitales puede incrementar el acceso al crédito y al ahorro formal, especialmente entre mujeres (Universidad de los Andes, 2025). Sin embargo, también se han identificado barreras significativas como la falta de conectividad en zonas rurales, los costos de las transacciones y la desconfianza de ciertos segmentos poblacionales. Para superar estos obstáculos, es necesario implementar programas de educación financiera digital con enfoque territorial, crear canales de soporte offline en comunidades rurales y desarrollar productos adaptados a las realidades productivas de pequeños negocios y agricultores, como microcréditos alineados a los ciclos de cosecha.
Adicionalmente, las billeteras digitales deben ser vistas no solo como un medio de pago, sino como plataformas de inclusión social y económica. Su potencial se amplifica cuando son utilizadas para la distribución de subsidios y transferencias estatales, tal como ocurrió durante el programa Ingreso Solidario, que incrementó la cobertura de transferencias a población previamente no bancarizada. De esta manera, la política pública puede incentivar su uso con impacto directo en la reducción de brechas de género, geográficas y de informalidad.
En síntesis, el desarrollo sostenible de las billeteras digitales en Colombia requiere avanzar simultáneamente en regulación inteligente y adopción inclusiva. La primera debe garantizar protección, confianza y estabilidad sistémica sin desincentivar la innovación. La segunda debe asegurar que la digitalización no excluya, sino que amplíe oportunidades para comunidades rurales, mujeres y microempresas. Solo así, las billeteras digitales podrán evolucionar de ser un instrumento transaccional a consolidarse como un motor de inclusión financiera y desarrollo económico.
Más de 54 millones de colombianos ya usan billeteras digitales. El reto ahora es avanzar en protección, interoperabilidad y ciberseguridad.
Colombia Fintech | 2025
El auge de las billeteras digitales marca un punto de inflexión en la historia económica y social de Colombia. Lo que comenzó como una innovación tecnológica hoy plantea un escenario de oportunidades: más inclusión, mayor competitividad y nuevas formas de participación ciudadana. El desafío está en garantizar que este progreso sea equitativo y sostenible.
Colombia atraviesa un momento histórico en materia de inclusión financiera: en 2023, el 94,6% de los adultos tenía al menos un producto financiero, un aumento de 2,3 puntos porcentuales frente a 2022 (Superintendencia Financiera ). El reto actual no es tanto el acceso, sino el uso efectivo de estos productos.
A este avance se suma una conectividad en expansión. A diciembre de 2024 se registraron 9,09 millones de accesos fijos a internet y, para 2025, más de 48 millones de accesos móviles (4G/5G), lo que equivale a una penetración de 91 por cada 100 habitantes (MinTIC, MinTIC). Mientras tanto, el 4G sigue siendo dominante en las regiones, pero el 5G avanza con fuerza y se espera que acelere su impacto hacia 2030 (GSMA Mobile Economy).
No obstante, los avances coexisten con brechas socioeconómicas significativas. En 2023, la pobreza monetaria fue del 34,6%, con un marcado contraste entre el 44% en el área rural dispersa y el 31,8% en cabeceras municipales (DANE). Esto subraya la importancia de instrumentos digitales que reduzcan costos y mejoren el acceso a ingresos y servicios.
En el plano internacional, el Global Findex del Banco Mundial ya mostraba desde 2021 un salto en la propiedad de cuentas y en los pagos digitales. La nueva edición de 2025 refuerza la tendencia de adopción acelerada y señala la brecha de género como un foco crítico.
Las billeteras digitales inciden en múltiples frentes:
Los efectos ya son visibles:
El impacto de las billeteras digitales en Colombia no solo se mide en cifras macroeconómicas, sino también en experiencias concretas que muestran cómo estas herramientas están transformando la vida de millones de personas. Desde los programas sociales del Estado hasta los pequeños comercios y las mujeres rurales, los casos de uso permiten identificar buenas prácticas y aprendizajes clave para consolidar la inclusión financiera digital.
Uno de los detonantes más claros de adopción de billeteras digitales fue la dispersión de subsidios a través de programas como Ingreso Solidario y Familias en Acción, donde millones de beneficiarios recibieron recursos directamente en plataformas como Daviplata o Nequi. Esto permitió reducir costos logísticos, minimizar riesgos asociados al manejo de efectivo y, sobre todo, integrar a personas que nunca habían tenido un producto financiero formal.
La lección: los pagos públicos son una palanca de adopción masiva cuando se acompañan de educación financiera y soporte local, porque fortalecen la confianza y consolidan el uso recurrente.
Más allá de los programas sociales, los pequeños comercios también han encontrado en las billeteras un aliado estratégico. Los tenderos y pequeños comerciantes representan más del 40 % del comercio minorista en Colombia. Sin embargo, gran parte sigue excluida del crédito formal y depende del efectivo para sus operaciones. Iniciativas de asociaciones como la Mesa Nacional de Tenderos muestran que quienes adoptan billeteras digitales logran reducir costos de manejo de efectivo, facilitar pagos a proveedores y acceder a microcréditos digitales respaldados por sus historiales transaccionales.
La lección: la digitalización del tendero requiere productos adaptados a flujos pequeños y frecuentes, con tarifas bajas e interfaces simples, porque así no solo se fortalece su negocio, sino también la economía popular en barrios y municipios.
Más allá del microcomercio, las mujeres rurales enfrentan un reto particular. Ellas viven una doble barrera: menor propiedad de activos productivos (tierra) y mayores limitaciones de conectividad. Sin embargo, programas como Agro Para Todas de Bancolombia y PROFEM con apoyo de Finagro han demostrado que la flexibilización de garantías y la utilización de historiales digitales como referencia crediticia facilitan su acceso a microcréditos y servicios financieros.
La lección: la inclusión mejora cuando los productos financieros se diseñan con enfoque diferencial, porque reconocen las particularidades de género y territoriales, permitiendo que las billeteras creen trayectorias crediticias alternativas para quienes históricamente fueron invisibles.
Un segmento adicional son los jóvenes, los principales usuarios de estas plataformas. Los menores de 30 años son los principales usuarios de billeteras digitales. Plataformas como Nequi y Daviplata concentran gran parte de este segmento, que no solo las utiliza para enviar y recibir dinero, sino también para ahorrar, pagar servicios y acceder a productos de inversión inicial (Portafolio).
La lección: los jóvenes son la puerta de entrada al ecosistema financiero digital, y retenerlos exige productos atractivos, gamificados y con beneficios tangibles que consoliden hábitos financieros responsables desde temprano.
Finalmente, la adopción en zonas rurales muestra que la confianza comunitaria es tan determinante como la tecnología. En varias regiones, experiencias apoyadas por líderes locales, asociaciones campesinas y comerciantes han demostrado que cuando un referente cercano valida y explica el uso de la billetera digital, la adopción se acelera.
La lección: la confianza pesa tanto como la infraestructura y la adopción crece cuando hay acompañamiento presencial de referentes comunitarios que generan seguridad en el uso.
El recorrido de la inclusión financiera en Colombia, impulsado por las billeteras digitales, es también la historia de un país que aprendió a reinventarse. Pasamos de depender casi por completo del efectivo y de la informalidad, a un escenario donde más de 50 millones de personas llevan en su bolsillo una herramienta que las conecta con la banca, con el Estado y con nuevas oportunidades.
Más allá de las cifras, lo verdaderamente transformador está en lo cotidiano: la tendera que deja de endeudarse con créditos informales, la mujer rural que accede a microcréditos sin tener tierras como garantía, el joven que aprende a ahorrar desde su celular, o la familia que recibe un subsidio sin tener que recorrer largas distancias. Son relatos que muestran cómo la tecnología puede convertirse en un motor de dignidad, movilidad social y equidad.
El futuro, sin embargo, exige superar grandes retos. La regulación deberá adaptarse al ritmo de la innovación, asegurando interoperabilidad, ciberseguridad y protección del consumidor. En lo social, la verdadera deuda sigue siendo cerrar las brechas rurales, de género y de uso activo, para que el acceso se traduzca en beneficios reales y sostenibles.
De aquí a 2030, las billeteras digitales no deben ser vistas únicamente como medios de pago, sino como plataformas de desarrollo humano: canales para acceder a crédito productivo, seguros que protejan contra riesgos, ahorros que respalden proyectos de vida e inversiones que impulsen movilidad social.
Colombia tiene frente a sí la oportunidad histórica de consolidarse como referente regional en inclusión financiera digital. Pero lograrlo no será obra de la tecnología por sí sola, sino del esfuerzo coordinado entre Estado, sector privado, fintech, líderes comunitarios y la propia ciudadanía.
En otras palabras, las billeteras digitales no son solo innovación tecnológica: son el puente hacia un país más justo, equitativo y conectado. El gran desafío ahora es asegurar que nadie quede atrás en este camino.
Fecha de publicación: 25 de septiembre, 2025
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Head of Business Development en Accion Point, con más de 10 años de experiencia impulsando la transformación digital de banca, fintech y aseguradoras en LATAM.
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